La isla del Dr. Moreau (1932 / 1977 / 1996)






La isla de las almas perdidas de Erle C. Kenton (1932)

La isla del Dr. Moreau  de Don Taylor (1977)


La isla del Dr. Moreau de John Frankenheimer (1996)


La isla del Dr. Moreau. H.G. Wells (Fragmento)
Introducción
El 1 de febrero de 1887, el Lady Vain naufragó tras colisionar con un pecio cuando navegaba a 1 ° de latitud sur y 107° de longitud oeste.
El 5 de enero de 1888, es decir, once meses y cuatro días después, mi tío Edward Prendick, un caballero muy reservado que zarpó de Callao a bordo del Lady Vain y que había sido dado por muerto, fue rescatado a 5° 3' de latitud sur y 101 ° de longitud oeste en un pequeño bote cuyo nombre era ilegible, pero que al parecer perteneció a la desaparecida goleta Ipecacuanha. Su relato fue tan extraño que lo tomaron por loco. Posteriormente alegó que no recordaba nada de lo ocurrido desde el momento en que abandonó el Lady Vain. Los psicólogos de la época discutieron su caso como muestra curiosa de la pérdida de memoria resultante de un sobreesfuerzo fisico o mental. El relato que aparece a continuación fue hallado entre sus papeles por el abajo firmante, su sobrino y heredero, sin ninguna nota que indicara expresamente el deseo de su publicación.
La única isla que se conoce en la zona en que mi tío fue rescatado es la isla de Noble, un pequeño islote volcánico completamente deshabitado. En 1891 fue visitado por el Scorpion. Un grupo de marineros bajó a tierra sin encontrar el menor indicio de vida, a excepción de unas curiosas mariposas blancas, algunos conejos y cerdos y unas ratas bastante peculiares. Sin embargo, no capturaron ningún ejemplar, por lo que no es posible confirmar el relato en sus aspectos más esenciales. Una vez aclarado este extremo, no hay mal alguno en hacer esta curiosa historia, como supongo era deseo de mi tío. Hay al menos algo que dice mucho en su favor: mi tío perdió el conocimiento cuando se hallaba aproximadamente a 5° de latitud sur y 105° de longitud este y volvió a aparecer en el mismo lugar del océano once meses después. De una manera o de otra, tuvo que vivir durante ese intervalo de tiempo. Al parecer, una goleta llamada Ipecacuanha, al mando de un capitán alcohólico, John Davies, zarpó de África en 1887, con un puma y otros animales a bordo, fue vista en varios puertos del Pacífico sur y finalmente desapareció de estos mares (con un considerable cargamento de copra a bordo), tras partir de Banya hacia un destino desconocido, en diciembre de 1887, fecha que coincide plenamente con la historia de mi tío.
Charles Edward Prendick
1. En el chinchorro del «Lady Vain»

No es mi intención añadir nada más a lo ya escrito sobre la desaparición del Lady Vain. Como todo el mundo sabe, la nave colisionó con un pecio diez días después de abandonar Callao. El bote salvavidas, con siete tripulantes, fue encontrado ocho días más tarde por el cañonero Mirtle, y el relato de sus tremendas penurias se ha hecho tan famoso como el aún más terrible caso del Medusa. Sin embargo, me toca ahora añadir a la historia del Lady Vain otra igualmente terrible y aún más extraña. Hasta el momento se ha creído que los cuatro hombres que viajaban en el bote perecieron, pero no es cierto. Tengo la mejor de las pruebas para hacer esta afirmación: yo era uno de esos hombres.
En primer lugar, debo explicar que nunca hubo cuatro hombres en el bote; éramos tres. Constans, «a quien el capitán vio saltar a la lancha» (Daily News, 17 de marzo, 1887), afortunadamente para nosotros aunque desgraciadamente para él, no consiguió alcanzarnos. Descendía entre la maraña de cabos bajo los estays del destrozado bauprés; una cuerda se le enredó en el tobillo en el momento de saltar y quedó por un instante colgando cabeza abajo; luego cayó y chocó contra un motón o un palo que flotaba en el agua. Remamos hacia él, pero no volvió a salir a la superficie.
Digo que afortunadamente para nosotros no nos alcanzó y casi podría añadir que afortunadamente también para él, pues no teníamos más que un pequeño barril de agua y unas cuantas galletas empapadas, tan repentina había sido la alarma y tan poco preparado estaba el buque para cualquier calamidad. Pensamos que la gente de la lancha iría mejor provista (aunque al parecer no era así) e intentamos llamarlos. No debieron de oírnos, y al día siguiente, cuando dejó de lloviznar, cosa que no ocurrió hasta después del mediodía, ya no vimos rastro de ellos. No podíamos ponernos en pie para mirar a nuestro alrededor, a causa del cabeceo del bote. Las olas eran enormes y teníamos grandes dificultades para tomarlas de proa. Los otros dos hombres que habían logrado escapar conmigo eran un tal Helmar, pasajero como yo, y un marinero cuyo nombre desconozco, un hombre bajito, robusto y tartamudo.
Navegamos a la deriva, muertos de hambre y, desde que se acabó el agua, atormentados por una terrible sed, por espacio de ocho días y ocho noches. Transcurrido el segundo día, el mar fue apaciguándose lentamente hasta quedar como un espejo. El lector es incapaz de imaginar cómo fueron aquellos ocho días. Por fortuna, nada hay en su memoria que le permita imaginarlo. Pasado el primer día apenas hablamos entre nosotros; permanecíamos inmóviles en nuestro lugar, mirando al horizonte, u observando, con ojos cada vez más grandes y extraviados, cómo el desánimo y la debilidad se apoderaban de nuestros compañeros. El sol era implacable. El cuarto día se terminó el agua y empezamos a pensar cosas extrañas y a decirlas con la mirada, hasta que el sexto día ––creo–– Helmar se decidió a expresar de viva voz lo que todos teníamos en la cabeza. Recuerdo nuestras voces, débiles y roncas: nos acercábamos mucho unos a otros y ahorrábamos palabras. Yo me opuse con todas mis fuerzas; prefería barrenar el bote y que pereciéramos todos entre los tiburones que nos seguían, pero cuando Helmar dijo que si aceptábamos su propuesta podríamos beber, el marinero se puso de su parte.
Pero yo no quise echarlo a suertes y, por la noche, el marinero no paraba de hablar con Helmar en voz baja, mientras yo permanecía sentado en la proa, con mi navaja en la mano, aunque dudo de que hubiera tenido valor para luchar. Por la mañana acepté la propuesta de Helmar y lanzamos al aire medio penique para decidir nuestra suerte.
Le tocó al marinero, pero era el más fuerte de los tres y no estaba dispuesto a acatarlo, de modo que se abalanzó sobre Helmar. Lucharon cuerpo a cuerpo hasta casi ponerse en pie. Yo me arrastré por el suelo del bote e intenté ayudar a Helmar agarrando al marinero por la pierna, pero con el balanceo del barco el marinero tropezó y los dos cayeron por la borda. Se hundieron como piedras. Recuerdo que me reí y me pregunté por qué me reía. La risa se apoderó de mí sin que pudiera evitarlo.
Me tumbé sobre una de las bancadas durante no sé cuánto tiempo, pensando en que, si tuviera valor, bebería agua del mar hasta enloquecer, para morir rápidamente. Y mientras estaba allí tumbado avisté, con tan poco interés como si fuera un cuadro, un barco que avanzaba hacia mí desde la línea del cielo. A buen seguro había estado divagando durante mucho tiempo, y sin embargo recuerdo claramente todo lo que sucedió. Recuerdo que mi cabeza se balanceaba con el mar, y que el horizonte, con el barco que lo surcaba, oscilaba arriba y abajo. Pero también recuerdo con idéntica claridad que tuve la impresión de estar muerto, y pensé en la ironía de que por muy poco no hubiesen llegado a tiempo de encontrarme con vida.
Durante un tiempo que se me antojó interminable, permanecí tumbado con la cabeza apoyada en la bancada, contemplando la goleta que bailaba sobre las olas. Era una pequeña embarcación, con aparejos en proa y en popa, que aparecía y desaparecía entre las aguas. Se balanceaba en creciente compás, pues navegaba a merced del viento. En ningún momento se me ocurrió llamar su atención y, desde que vi su costado hasta que desperté en un camarote, no recuerdo nada con claridad. Conservo la vaga noción de ser izado hasta la pasarela, y de un gran semblante cubierto de pecas y enmarcado por una mata de pelo rojo que me observaba desde la batayola. También me pareció entrever una cara oscura y unos ojos extraordinarios muy cerca de la mía, pero pensé que se trataba de una pesadilla hasta que volví a encontrarla. Creo recordar que me hicieron tragar cierto mejunje. Y eso es todo

2. El hombre que no iba a ninguna parte

El camarote en el que desperté era pequeño y bastante desaliñado. Un hombre más bien joven y rubio, con erizado bigote de color pajizo y el labio inferior caído, estaba sentado junto a mí, sosteniéndome la muñeca. Nos miramos por espacio de un minuto sin decir una palabra. Tenía ojos grises y acuosos, extrañamente desprovistos de expresión.
Entonces se oyó un ruido arriba, como si arrastrasen una cama de hierro, y el gruñido furioso y apagado de un gran animal. En ese momento el hombre habló de nuevo.
Repitió su pregunta:
––¿Cómo se encuentra ahora?
Creo que dije encontrarme perfectamente. No conseguía recordar cómo había llegado hasta allí. Debió de interpretar la pregunta en mi rostro, pues no podía articular palabra.
––Lo encontramos en un bote; medio muerto de hambre. El bote se llamaba Lady Vain y había manchas de sangre en la borda.
En ese momento vi mi mano, flaca como una bolsa de piel sucia y llena de huesos, y entonces recordé todo lo ocurrido en el bote.
––¡Tome un poco de esto! ––dijo; y me dio una sustancia helada de color carmesí.
Sabía a sangre y me devolvió las fuerzas.
––Tiene suerte de haber sido rescatado por un barco con médico abordo ––exclamó con cierto deje ceceante. 
––¿Qué barco es éste? ––pregunté despacio, la voz ronca luego de tan largo silencio.
––Es un pequeño mercante que viene de Arica y Callao. Nunca pregunté cuál fue su puerto de origen. El país de los tontos, supongo. Yo vengo de Arica. El estúpido a quien pertenece, que también es su capitán, un tal Davis, ha perdido su certificado o algo por el estilo. Ya sabe cómo es esa gente; le llama Ipecacuanha a este cascarón: ¡nombre endiablado donde los haya! Pero, cuando la mar está sin una gota de viento, se porta bien.
Se reanudaron los ruidos arriba: un gruñido y una voz humana. Luego se oyó otra voz que desistía diciendo:
––¡Maldito idiota!
––Estaba medio muerto ––continuó mi interlocutor––. Lo cierto es que le faltaba muy poco. Pero le di un brebaje. ¿Siente los brazos doloridos? Inyecciones. Ha estado inconsciente durante casi treinta horas.
Me quedé pensativo. Entonces me distrajo el ladrido de unos perros.

Wells, H.G. La isla del Dr. Moreau




La isla de las almas perdidas  (1932)















Island of Lost Souls / Erle C. Kenton





Año: 1932
Duración: 70 min.
País: USA
Director: Erle C. Kenton
Guión: Waldemar Young, Philip Wylie (Novela: H.G. Wells)
Música: Arthur Johnston, Sigmund Krumgold
Fotografía: Karl Struss (B&N)
Productora: Paramount Pictures
Sinopsis: En una isla remota, el Dr. Moreau (Charles Laughton), un científico obsesionado, lleva a cabo extraños experimentos con animales. Su objetivo es conseguir transformarlos en seres humanos. Adaptación libre de la novela "La isla del Dr. Moreau", escrita por H.G. Wells. (Filmaffinity)














La isla del Dr. Moreau (1977)



The Island of Dr. Moreau / Don Taylor




Año: 1977
Duración: 104 min.
País: USA
Director: Don Taylor
Guión: John Herman Shaner & Al Ramrus (Novela: HG Wells)
Música: Laurence Rosenthal
Fotografía: Gerry Fisher
Productora: Metro-Goldwyn-Mayer
Sinopsis: Año 1912. Andrew Braddock es un náufrago que ha ido a parar a una isla solitaria del Pacífico. Prácticamente inconsciente, Braddock es rescatado del ataque de unos extraños animales por Montgomery, un hombre del lugar que le lleva a una preciosa casa situada en el centro de la isla. El dueño de la casa es el doctor Moreau, un científico que vive con una joven llamada María. Braddock empieza a sentir curiosidad por el trabajo del doctor, y va descubriendo en qué consisten los experimentos del siniestro doctor, que trata de dar apariencia y comportamiento humanos a una serie de animales... Adaptación de la novela de HG Wells. En 1996 se hizo un remake con Marlon Brando en el papel del Dr. Moreau, aquí interpretado por Burt Lancaster. (Filmaffinity)








La isla del Dr. Moreau (1996)





The Island of Dr. Moreau  / John Frankenheimer

Año: 1996
Duración: 96 min.
País: USA
Guión: Ron Hutchinson, Richard Stanely (Novela: H.G. Wells)
Música: Gary Chang
Fotografía: William A. Fraker
Productora: New Line Cinema
Sinopsis: Tras ser rescatado y llevado a una isla, un hombre descubre que sus habitantes son experimentos con animales que les han conferido una extraña apariencia humana. Todo ello es obra de un siniestro doctor... (Filmaffinity)
















6 comentarios:

Leatherface the original dijo...

¿Sería muy difícil que le pusieran EL IDIOMA EN QUE ESTÁ LA PELÍCULA? Le ponen los datos de hasta quién barrió las locaciones PERO NO LE PONEN EL IDIOMA DE LA DESCARGA.
Parece una estupidez pero luego hay que descargar 1GB para enterarse ¿en qué idioma está? Y el buscador no funciona, aunque se le ponga V.O. porque AQUÍ NO LE PONEN NADA, ENTONCES POR DEFAULT se abre esta página PERO A CIEGAS PORQUE NUNCA LE PONENE SI ES UNA VERSIÓN ORIGINAL O si está en el idioma que se le antojo ponerlo al que posteó todo esto. ¿Qué es muy difícil agregarle una oración que diga: IDIOMA: INGLÉS O CHINO O VIETNAMITA? ¿ES MUY DIFÍCIL Y COMPLICADO?
Gracias por postear, no descargo a ciegas pero se agradece.

estafeta dijo...

Gracias, estimado amigo, por la sugerencia.
Intentaremos ser más explícitos en las condiciones de descarga.
Un saludo.

Leatherface the original dijo...

Saludos, soy otra vez yo. Por si a alguien le interesa, aquí están los links para descargar la película en V.O. sin subtítulos en idioma inglés.
Esta es la página:
http://www.filestube.com/Fk2P1467msSogxMjNJsyq/The-Island-of-Dr-Moreau-1996.html
Es la página directa del server donde están alojados.
Por si a alguien no le abre la página. Les pego los links directos a las descargas, son 4, son éstos:
http://www.fileserve.com/file/CHbtwur

http://www.fileserve.com/file/VwkMsMU

http://www.fileserve.com/file/e9XxQXq

http://www.fileserve.com/file/UaDhHKY

Los primeros 3 pesan 200 mb y el último es de 91.8 mb
Suman 698 mb, el archivo es .AVI y la calidad de la imagen es excelente, igual el audio EN INGLÉS. No tiene claves ni contraseñas.
Y, por si alguien necesita subtítulos, están en este link.
http://www.moviesubtitles.org/movie-2297.html
Ahí se encuentran en Inglés, Español, Francés, Polaco, Griego, Portugués, Húngaro y Turco. Ya si los necesitan en otro idioma pues hay los buscan ustedes.
Saludos y gracias a los posteadores por el trabajo de subir las películas y también saludos a los moderadores.
Si de favor, otro día le ponen en qué idioma está la película, pues no habría que buscarla en otras partes.
Realmente la página tiene películas que son joyas y que no se encuentran en otros lados. Es una lástima que haya que estar ADIVINANDO EL IDIOMA EN QUE PUEDEN ESTAR.
Saludos y por ahí navegando nos veremos.

estafeta dijo...

Mi agradecimiento por su aporte, Leather.
Sin duda alguna es valiosa para los lectores esa precisión.

Anoto que este blog es obra absolutamente personal desde su inicio, por lo cual recibo acrecentados sus saludos, que le agradezco, como sus palabras elogiosas a este trabajo.

Cordiales saludos.

Gabriel Pulecio

wally dijo...

acabo de conocer este blog buscando esta pelicula, esta muy bueno, gracias Leatherface yo tambien me la pase buscando y en ninguna pagina te ponen el idioma, esta peli no se encuentra en ningun lado, todos tienen los mismos enlaces con la pelicula en español de españa y no en audio original con subtitulos ni en español latino.
saludos y gracias por las peliculas

Leatherface the original dijo...

Saludos, estimado Wally. Pues mira que yo no he hecho nada, únicamente que me pasé como 7 horas buscando la película por internet hasta que la encontré y pues anoté aquí los enlaces para otros interesados en ver la película en su V.O.S., las gracias hay que darlas al posteador original de dicha versión (que pues ignoro quién será) y también a Gabriel Pulecio, quien es le posteador de este blog que, como ya he mencionado en varios comentarios aquí mismo, pues es un excelente blog con joyas que no se encuentran por otra parte. O, al menos, hay que invertir mucho tiempo buscando para encontrarlas. Saludos y ya saben, honor a quien honor merece.
Saludos y por aquí nos vemos navegando.