La gata sobre el tejado de zinc (1958)




La gata sobre el tejado de zinc 
Film: Richard Brooks
Obra teatral: Tennessee Williams

Acto primero (fragmento)
Al apagarse las luces de la sala, se oirá una vieja canción del Sur, cantada por un coro de negros. La escena se ilumina lentamente. 
Alguien está tomando una ducha en el cuarto de baño con la puerta entreabierta. Durante toda la escena se oirá el ruido del agua. 
(Se oye la voz de MARGARET y risas de niños. La música baja.) 
MARGARET.—¡Qué asco de niños! ¡Cómo me han puesto! (Aparece en la galería y habla hacia fuera mientras se limpia el vestido.) ¡Monstruos, más que monstruos! 
BRICK.—¿Qué dices? 
MARGARET.—Que uno de esos monstruos sin cuello que tienes por sobrinos, ha dejado caer encima de mi vestido un trozo de tarta y me ha puesto perdida. 
BRICK.—¿Qué decías, Maggie? El ruido del agua no me deja oírte. 
MARGARET.—Decía que uno de esos monstruos sin cuello que tienes por sobrinos, me ha manchado mi vestido con un trozo de tarta, y por eso he venido a cambiarme. 
BRICK.—¿Por qué te empeñas en llamar monstruos sin cuello a los hijos de mi hermano Gooper? 
MARGARET.—Porque no lo tienen. Creo que ya es una razón, ¿no? Bueno, por lo menos yo no se lo veo. Sus enormes cabezas se hunden hasta la barbilla en sus cuerpos, sin separación alguna. 
BRICK.—¡Es una lástima! 
MARGARET.—¡Ya lo creo, porque resulta imposible agarrarles por el cuello para retorcérselo!... ¡Son unos auténticos monstruos! (Se oye fuera gritar a los niños.) ¿Los oyes? ¿Los oyes gritar? No me explico dónde pueden tener escondidas las cuerdas vocales. Durante la cena me han puesto tan nerviosa, que he estado a punto de gritar, pero me he contenido y le he dicho a tu encantadora cuñada, si no podía llevarse a sus no menos encantadores niños a comer a otra parte. ¿Y sabes lo que me ha contestado? "¿Estás loca, querida?... ¡Hacer una cosa así con los niños, el día del cumpleaños del abuelo!" Y no llevábamos ni cinco minutos sentados a la mesa, cuando el abuelo les gritó: "¿Por qué no os lleváis a comer a esos cerdos a la cocina...?" ¡Yo no sabía dónde meterme! Creí que me iba a dar un ataque de tanto contener la risa. 
(BRICK aparece en la puerta del cuarto de baño con una muleta debajo del brazo derecho. Lleva un albornoz blanco, una toalla alrededor del cuello y en el pie una babucha. Se dirige al bar para llenar un vaso. MARGARET le mira cuando cruza ante ella.) 
MARGARET.—¡Y ahora son cinco! ¿Qué será cuando llegue el sexto, que ya está en camino? Tu hermano y tu cuñada se pasan el día exhibiéndolos como si fueran animalitos de circo...: Anda, amor mío, que vea el abuelo cómo te sostienes sobre la cabeza... Cariño, ¿por qué no recitas el verso que aprendiste para el cumpleaños del abuelito...? ¡Y tú, rey de la casa! ¿por qué no haces esto... y lo otro... y lo de más allá? ¡Es para volverse loca! Sin olvidar las continuas alusiones que hacen porque nosotros no tenemos hijos... Que un matrimonio sin hijos, es un matrimonio fracasado... (Lanza una mirada, a BRICK.) ¡Muy divertido!... ¿Verdad? ¡Pero repugnante!... ¡Se nota bien claro lo que están tramando! 
BRICK.—¿Qué insinúas, Maggie? 
MARGARET.—¿Insinuar?... ¡Conozco bien sus planes! (BRICK se está secando el pelo con la toalla. MARGARET se sienta, para dar más énfasis a su declaración.) ¡Están conspirando para que tu padre te desherede! Y quieren darse prisa, sobre todo ahora que sabemos que el abuelo tiene cáncer. (Se oyen pasos en la lejanía. MARGARET se está cepillando el cabello en el tocador. Coge el espejo de mano y el rizador de pestañas y se levanta.) ¡Cuánta luz! 
BRICK.—¿Estás segura? 
MARGARET.—Segura? ¿De qué? 
BRICK.—De que tiene cáncer. 
MARGARET.—Esta tarde nos han entregado los análisis. Sí, los ha traído el doctor Baugh y debo confesarte que no me sorprendió el resultado. (Baja las persianas.) Desde que llegamos a esta casa, la primavera pasada, adiviné los síntomas del cáncer en la cara de tu padre. Y estoy segura de que tu hermano y tu querida cuñada también lo adivinaron. Por eso se decidieron a pasar aquí 
el verano con toda su tribu... ¿A qué vienen, si no, sus continuas alusiones a la Colina del Arco Iris?... ¿Sabes lo que es la Colina del Arco Iris?... ¡Pues el sanatorio a donde se envía a los alcohólicos adinerados y a los artistas de cine neurasténicos! 
BRICK.—Yo no soy ningún artista de cine. 
MARGARET.—Ya lo sé. Pero eres el cliente ideal para... ese sanatorio, y acabarán por enviarte allí una temporadita. Claro que antes tendrían que pasar por encima de mi cadáver... De esa manera es como tu hermano piensa deshacerse de ti y disponer de todo el dinero... ¿Qué te parece el panorama? ¿Es que vas a consentir que nos cierren la bolsa y se salgan con la suya?... ¿No contestas?... No, claro... es que tú haces todo lo posible para ayudarles en sus proyectos. Has dejado de trabajar y te has dedicado únicamente a beber y a hacer excentricidades... Como la de está noche, por ejemplo... A las tres de la madrugada has tenido que ir a saltar las vallas del campo de deportes de la Universidad... ¿Y cuál ha sido el resultado de esa idea genial?... ¡Romperte el tobillo!... ¿Ya has visto el periódico? "Un conocido ex atleta ha organizado esta mañana una gran exhibición deportiva ante un público fantasma. Pero falto de entrenamiento, nuestro antiguo campeón, se rompió un tobillo al saltar la primera valla." Ya sabes que tu hermano tiene influencias en ese periódico. Estoy segura de que ha hecho todo lo posible para, que publiquen la noticia. (Se acerca a BRICK.) De todos modos, aún les llevas ventaja... No la desperdicies. (BRICK se ha dirigido a la galería.) ¿Entiendes lo que quiero decir? 
BRICK.—No. 
MARGARET.—Tu padre te adora y no puede soportar a tu hermano y, sobre todo, a su mujer, a pesar de que le ha proporcionado una gran cantidad de monstruos por nietos... Estoy segura de que odia a Edith con todas sus fuerzas... No hay más que ver la expresión de su cara cuando tu cuñadita empieza a hablar de su tema favorito: "La maternidad" y "La obligación que tiene toda mujer de dar hijos a su esposo".... No se cansa de repetir la historia de que se negó a que la anestesiaran al nacer los gemelos, porque: "la maternidad es una experiencia que la mujer debe vivir en toda su plenitud, para poder saborear la grandeza de ese maravilloso milagro"... Por eso obligó a su virtuoso marido a estar presente durante el nacimiento de todos sus hijos. (Todo esto lo ha dicho MARGARET con una gran dureza en la voz y una agradable sonrisa que quita importancia a la dureza de sus expresiones.) Tu padre comparte mi opinión sobre esa pareja de cuervos. Ni siquiera sabía con exactitud cuántos hijos tenían. Durante la cena les ha preguntado: "¿Cuántos hijos tenéis?" Como si los acabara de conocer en aquel momento. Tu madre pretendía hacernos creer que bromeaba, pero yo estaba segura de que no era así... ¡Segurísima!... Cuando le dijo que tenían cinco y que el sexto ya estaba en camino, vi en su cara una gran sorpresa. ¡Y no creo que fuera de su agrado, precisamente!... (Se oye a los niños gritar fuera.) ¡Gritar, gritar todo lo que queráis, monstruos! (Se vuelve hacia BRICK con una sonrisa que desaparece al ver que éste no la escucha. BRICK tiene la mirada perdida en el vacío. Esta continua expresión de su marido, es lo que exaspera a MARGARET.) ...Siento que no hayas podido bajar a cenar. Tu padre, el pobre, te ha echado de 
menos. ¡Es un encanto! No ha hecho más que comer, sin ocuparse de lo que ocurría a su alrededor. Edith y Gooper estaban sentados frente a él, vigilándole constantemente. Parecían un par de águilas dispuestas a caer sobre su presa. ¡Y para amenizar la cena no dejaban de hablar de la inteligencia y de la precocidad de todos sus monstruos! (Se ríe y se acerca a primer término, recreándose en la escena.) Si les hubieras visto sentados alrededor de la mesa con unos ridículos gorritos de papel que tu cuñada les había puesto para festejar el acontecimiento, te mueres de risa. Durante toda la cena, tu hermano y su mujer, no han dejado de hacerse señas con el codo y con las rodillas. Incluso tu madre, que es un ángel y que nunca se da cuenta de nada, lo notó y preguntó a Gooper con la mayor inocencia: Gooper, ¿por qué no dejáis de haceros señas por debajo de la mesa?... Casi me atraganto de risa... (MARGARET se ha sentado en el tocador y no puede ver la cara de BRICK. Éste la contempla con una mirada indefinida, no se sabe si divertido, con disgusto, 
o desprecio.) En el fondo, tu hermano creo que dio un gran paso social cuando consiguió casarse con Miss Edith Flyn... De la célebre familia Flyn de Memphis... (Mientras habla va de un lado a otro de la habitación, parándose de vez en cuando para mirarse en el espejo.) Y el único éxito mundano de Edith, se reduce a haber sido elegida Reina del Algodón... ¡Vaya un éxito!... ¡Tener que desfilar por las calles de Memphis sobre una carroza, sonriendo y tirando besos a todos los imbéciles que están viendo el desfile! (Se calla de pronto y mira a BRICK a través del espejo. Suspira al ver la expresión de éste. Se nota que está conteniéndose y cuenta hasta diez. BRICK empieza a silbar.) ¿Por qué me miras así? 
BRICK.—¿Cómo? 
MARGARET.—Como he visto que me mirabas por el espejo... ¡Es una mirada que me hiela la sangre...! Y no es esta la primera vez que te sorprendo mirándome así en estos últimos tiempos. 
BRICK.—(Sin inmutarse.) Ni siquiera me di cuenta de que te estaba mirando, Maggie. 
MARGARET.—Pues yo sí. Y te exijo que me digas lo que pensabas. 
BRICK.—Ya te he dicho que nada. 
MARGARET.—¿Crees que no lo sé? ¿Crees realmente que no sé lo que piensas? 
BRICK.—¿Qué es lo que sabes, Maggie? 
MARGARET.—Estás pensando que yo no soy la misma de antes... que me he vuelto dura... nerviosa..., cruel... (Repite la palabra antes de una corta pausa y con mucha dureza en la voz.) ...cruel. Es eso lo que piensas ¿verdad? Ya sé que no soy suave y delicada, pero es que no puedo serlo. (De pronto se calla.) ¡Brick! ¡Brick!... 
BRICK.—(Levantándose y yendo hacia el bar.) ¿Ibas a decir algo? 
MARGARET.—Sí; que me encuentro sola... Muy sola, Brick... Terriblemente sola. 
BRICK.—Eso le ocurre a todo el mundo. 
MARGARET.—No. ¡Yo estoy más sola que nadie! Vivir con el hombre que se ama y que ese hombre no te haga caso... es mil veces peor que estar sola del todo... 
BRICK.—Maggie, ¿te gustaría recobrar la libertad? 
(Pausa violenta.) 
MARGARET.—(Aterrada.) No, no, no. ¡Eso sí que no! (Un escalofrío de terror recorre su cuerpo. Se nota que hace esfuerzos para no gritar y el gran esfuerzo que le cuesta cambiar de conversación y hablar de cosas intrascendentes. BRICK ha hecho un gesto de desaliento y ha vuelto a tumbarse sobre el sofá, silbando.) ¿Te encuentras mejor después de la ducha? 
BRICK.—Sí. 
MARGARET.—¿Estaba fría el agua? 
BRICK.—No. 
MARGARET.—Pero ahora te encuentras bien ¿no? 
BRICK.—Sí, tengo menos calor. 
MARGARET.—Yo sé de algo que te refrescará. Una fricción de alcohol o de agua de colonia. 
BRICK.—No; me recordaría la época en que me entrenaba. ¡Y hace ya tanto tiempo de eso! 
MARGARET.—No tanto; aún podrías jugar si quisieras. 
BRICK.—¿Tú crees? 
MARGARET.—Se dice que la bebida destroza a los hombres. No es ése tu caso. 
BRICK.—Sin embargo empiezo a encontrarme débil. 
MARGARET.—Tarde o temprano, la bebida relaja los músculos... es natural. Tu amigo Skiper ya empezaba a notarlo cuando... (Se para en seco al darse cuenta de lo que ha dicho.) Perdóname. No he debido recordar... Si al menos no siguieras conservando el mismo aspecto de antes, mi suplicio sería más llevadero... Desde que te aficionaste a la bebida parece que estás más atractivo... (Desde abajo llega el ruido y el murmullo de las voces de los que están jugando al croket en el jardín.) ...Claro que tú siempre has poseído una gran cualidad: la indiferencia total... Sabes jugar, sin que te importe perder o ganar la partida... y ahora que la has perdido... Bueno, perdido no... Ahora que te has retirado del juego, tienes el extraño encanto del que ha renunciado a todo. Tu aspecto es tan indiferente... tan frío... que te envidio. (Se oye una música en la lejanía y el ruido de los que están jugando al croket, mezclado con el canto de un pájaro. La luna acaba de salir blanca, con un leve reflejo rojizo.) Están jugando al croket... La luna acaba de salir... (Volviéndose hacia BRICK.) Eras un enamorado maravilloso... tan dulce... tan suave... Tu manera de amar era irresistible. Te mostrabas tan seguro y tan indiferente a la vez... Todo lo hacías con la mayor naturalidad... Con una calma perfecta... como si cedieras el paso a una señora o la ayudaras a sentarse a la mesa, sin sentir el menor deseo por ella. Para ti el amor no tenía más importancia que todo eso y, 
sin embargo, era precisamente eso, tu indiferencia lo que te hacía más atrayente. Si pensara que no me ibas a volver a amar, que nunca más ibas a tenerme entre tus brazos para besarme, bajaría corriendo a la cocina, cogería el cuchillo más grande que encontrara, y me lo clavaría en el corazón... te lo juro, como también te juro que yo no abandono la partida tan fácilmente. Continuaré en la lucha hasta el último segundo, y venceré. Estoy segura. ¿Sabes cuál es la mayor victoria de una gata sobre un tejado de zinc caliente? Resistir en él todo el tiempo que le sea posible, hasta el último segundo. (Se oyen voces de los que juegan al croket. BRICK levanta la cabeza y escucha las voces. MARGARET va a sentarse a su lado.) Por favor, Brick, dime lo que estabas pensando antes cuando me mirabas. ¿Pensabas... en Skiper?... Perdóname. No puedo callar más. (BRICK se levanta y va hacia el bar. Llena un vaso y lo vacía de un trago. Ella se levanta y le sigue.) Callando no se arreglan las cosas. Es como atrancar la puerta de una casa que está ardiendo para impedir que salga el fuego. Por eso, cuando encerramos dentro de nosotros una idea, ésta sigue creciendo, creciendo, creciendo como el fuego, hasta que nos ahoga... 
(MARGARET pone su mano sobre la muleta. Él se aparta bruscamente y se dirige hacia el centro. La muleta cae al suelo. BRICK se dirige hacia el sofá saltando sobre un pie, con el vaso en la mano.) 
BRICK.—Dame la muleta. 
MARGARET.—(Tendiéndole los brazos.) Apóyate en mí. 
BRICK.—No. Dame la muleta. 
MARGARET.—(Corriendo hacia BRICK y rodeándole con sus brazos.) 
Apóyate en mi brazo. 
BRICK.—(Rechazándola violentamente.) No, no quiero. ¡Te he dicho que me des la muleta! 
MARGARET.—(Corre y le tira la muleta con el pie.) ¡Ahí la tienes! Y no grites de ese modo. En esta casa las paredes oyen. (Cogiendo la muleta.) Es la primera vez, desde hace mucho tiempo, que te oigo gritar. ¿Es que empiezas a perder el control de tus nervios? Eso es buena señal. Todavía nos queda una pequeña esperanza.


Cat on a Hot Tin Roof / Richard Brooks


Año: 1958
Duración: 108 min
País: Estados Unidos
Director: Richard Brooks
Guión: Richard Brooks & James Poe (Obra teatral: Tennessee Williams)
Música: Charles Wolcott
Fotografía: William Daniels
Reparto: Elizabeth Taylor, Paul Newman, Burl Ives, Jack Carson, Judith Anderson, Madeleine Sherwood
Premios: 6 nominaciones al Oscar: mejor película, director, guión adaptado, actor (Paul Newman), actriz (Elizabeth Taylor), fotografía
Sinopsis: La inminente muerte del anciano patriarca de una acomodada familia del Sur provoca una conmoción entre sus sucesores, ante los que se abren las infinitas posibilidades de disponer de la fortuna familiar. Sus dos hijos, Brick -sumiso y lleno de indecisiones- y Gooper -ambicioso y oportunista- se enfrentan violentamente por alcanzar la supremacía. Brick, incapaz de enfrentarse a las responsabilidades de la nueva situación, busca refugio en el alcohol. Pero Maggie, su esposa, no está dispuesta a contemplar impasible la destrucción de Brick. Filmaffinity

Crítica: Filmaffinity

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3 comentarios:

David Cotos dijo...

Excelente post, excelente película.

Daniel Bermeo dijo...

Excelente pelicula. Un clasico indiscutible! Me encanta.

Saludos!

José Luis Márques dijo...

¡¡¡Necesito ayuda urgente!!!: ¿Quién me podría facilitar alguna página sobre el análisis de esta obra?