Film de Pier Paolo Pasolini
Tragedia Eurípides
Fragmento de Medea
La escena representa la fachada de la casa de Medea en Corinto; de ella sale la anciana nodriza de los hijos de Medea que recita el prólogo.
NODRIZA
¡Ojalá la nave Argo jamás volado hubiera
allende las Simplégades hacia la tierra colca!
Caer los pinos nunca debieron en los valles
del Pelión para armar con el remo los brazos
de los nobles varones que para Pelias fueron
tras el áureo vellón. Y así mi ama, Medea,
hacia las tierras yolcias no habría navegado
con su corazón loco de amor hacia Jasón
ni, tras de persuadir a las hijas de Pelias
por que al padre mataran, se habría establecido
con su esposo y sus hijos en Corinto, bien vista
por sus conciudadanos que asilo le otorgaran
y coincidiendo en todo con Jasón; lo cual es
la mayor garantía que en unas nupcias cabe,
que marido y mujer no discrepen en nada.
Pero ahora desunión es todo y sufrimiento
de aquellos a los que amo, pues Jasón a sus hijos
y a mi dueña abandona por una boda real
con la hija de Creonte, tirano de esta tierra;
y la infeliz Medea, de tal modo ultrajada,
gritando el juramento recuerda y el contacto
de manos, prenda máxima, y a los dioses invoca
para que el trato vean que de Jasón recibe.
Y yace sin comer, al dolor entregando
su cuerpo y consumiéndose con lágrimas constantes
desde que conoció la afrenta de su esposo,
sin levantar los ojos ni separar del suelo
su mirada ni oír la voz de sus amigos
más de lo que lo hicieran rocas u olas marinas.
Tan sólo alguna vez vuelve su tierno cuello
para gemir a solas por su padre querido,
su país y su casa, que traicionó al marchar
con el hombre que ahora tal ofensa le infiere.
Y en su infortunio aprende la mísera qué bueno
es el no partir nunca de la paterna tierra.
Y aborrece a sus hijos y en verlos no se goza;
temo incluso que algún raro proyecto trame.
Pues duro es su carácter y soportar no puede
que nadie la maltrate. La conozco y la temo:
es terrible y quienquiera que en su enemistad incurra
no resultará fácil que la victoria obtenga.
Entran por un lateral los dos niños hijos
de Medea seguidos de su pedagogo.
Mas aquí están sus niños que se acercan dejando
de correr y que nada saben de los reveses
de su madre: no suelen sufrir las almas jóvenes.
PEDAGOGO
Anciana posesión de la casa de mi ama,
¿por qué tan sola estás al lado de la puerta
a tí misma entonándote la queja de tu mal?
¿Cómo a quedar sin ti Medea se resigna?
NODRIZA
¡Oh, viejo que a los niños de Jasón acompañas!
Para los buenos siervos son desdichado lance
las cuitas de los dueños, que su ánimo entristecen.
Y así tan grande es ya mi dolor, que me vino
deseo de salir donde pueda las penas
de mi señora al cielo y a la tierra contar.
PEDAGOGO
¿Pero no ha terminado la pobre con sus lloros?
NODRIZA
Te envidio; el mal comienza, ni en la mitad está aún.
PEDAGOGO
¡Oh, necia, si llamar tal cosa a un ama es lícito!
Pues nada todavía sabe del nuevo golpe.
NODRIZA
¿Qué es ello, anciano? No te niegues a explicármelo
PEDAGOGO
Nada, y aun me arrepiento de eso que me has oído.
NODRIZA
¡Cuéntalo, por favor, a quien contigo sirve!
Callaré, si es preciso, sobre lo que me digas.
PEDAGOGO
Acerquéme al chaquete, donde suelen sentarse
los viejos, junto al agua sagrada de Pirene,
y allí, disimulando mi atención, oí a un hombre
comentar que a expulsar con su madre a estos niños
de la tierra corintia va Creonte, el tirano.
Ignoro si verídica será acaso esta historia,
pero yo bien querría que resultase falsa.
NODRIZA
¿Y Jasón dejará que ello ocurra a sus hijos
por muchas diferencias que tenga con su madre?
PEDAGOGO
Las antiguas alianzas ceden ante las nuevas;
ya amistad no hay en él para con esta casa.
NODRIZA
Pues perdidos estamos si nos toca afrontar
otro mal sobre aquel que nos inunda aún.
PEDAGOGO
Mas tú, pues ocasión no es de que la señora
lo sepa, estáte quieta sin contar la noticia,
NODRIZA
¿Oís, hijos, cómo os trata vuestro padre? No digo
que ojalá se muriera, porque es mi dueño, pero
la verdad es que resulta ser duro con los suyos.
PEDAGOGO
¿Y quién no entre los hombres? ¿Te enteras [ahora, al ver
que un lecho a éstos les priva del amor de su padre,
de que nadie hay que quiera más a otros que a sí mismo?
NODRIZA
Entrad, hijos, en casa; todo va a salir bien.
Y tú manténlos todo lo escondidos que puedas
y aparte de su madre mientras esté excitada.
Pues la he visto mirarles con el aire feroz
de querer hacer algo; no cesará su cólera,
cierta estoy, sin algún ataque; pues bien, sea
enemigo y no amigo quien vaya a soportarlo.
MEDEA
[Desde el interior de la casa.]
¡Ay!
¡Desgraciada de mí, qué infeliz, qué dolor!
¡Ay, ay, ay! ¡Ay de mí! ¿Cómo puedo morir?
NODRIZA
Ahí tenéis, hijos míos, revuelta está ya
vuestra madre, pues su alma el dolor trastornó.
Cuanto antes a casa corred y allí entrad,
no os pongáis cerca de ella, que no os pueda ver,
no acercaos y mucho cuidado tened
con el fiero talante y atroz natural
de su mente cruel.
¡Vamos, pues, en seguida aquí dentro pasad!
El pedagogo entra con los niños
en el interior de la casa.
Se ve bien que esa nube que empieza a surgir,
de lamentos cargada, muy pronto va a arder
estallando en más fuerte pasión. ¿Qué irá a hacer
esa alma que el mal ha mordido y en que hay
un orgullo muy grande y tenaz?
MEDEA
[Desde el interior.]
¡Ay, ay!
¡Sufro, mísera, sufro, tormentos sin fin!
¡Malditos muráis, pues nacisteis de mí,
una madre funesta, y perezca también
vuestro padre y la casa con él!
NODRIZA
¡Ay, ay, ay! ¡Ay, ay, ay, desdichada de mí!
¿Qué culpa hay en los hijos, qué tienen que ver
con las faltas del padre? ¿Les odias? ¿Por qué?
Temo, niños, y siento que vais a penar;
es terrible el antojo del rey, que el servir
no conoce, más sólo el constante imperar;
y duros resultan sus cambios de humor.
Avezarse a vivir siempre igual es mejor;
por lo menos a mí tóqueme envejecer
sin grandeza y estando en seguro lugar.
Ya las cosas medianas con sólo decir
su nombre resultan deseables, mas son
preferibles en su uso al exceso, que no
se muestra oportuno jamás al mortal:
más desastres si atacan las iras de un dios
a una casa, tal es lo que da.
Entra el coro, formado por quince mujeres de Corinto.
CORO
Me llegó la palabra, los gritos oí
de la Cólquide triste, que no recobró
aún la calma. Habla, anciana, habla, pues.
Yo, estando a mi puerta, su voz escuché, que venía
desde aquí, y no me causa placer el dolor de esta casa
que tan querida para mí resulta.
NODRIZA
Ya no existe el palacio, que todo cayó.
Por el lecho real poseído él está
y mí dueña en la alcoba marchítase y no
deja que su ánimo entibie ningún
consuelo que amigos le den.
MEDEA
[Todavía desde el interior de la casa.]
¡Ay, ay!
¡Mi cabeza atraviesa un celeste fulgor!
¿Para qué quiero ya en adelante existir?
¡Ay de mí! ¡Que me lleguen mi muerte y mi fin
y termine mi odioso vivir!
CORO
¿Escuchasteis, oh, Zeus, oh, la tierra y la luz,
en qué amargos lamentos prorrumpe el cantar
de la esposa infeliz?
¿A qué viene, insensata, el ansiar
ese horrífico lecho mortal?
¿Quieres antes de tiempo morir?
Eso no lo implores.
Si tu esposo
nuevas bodas pretende, común
cosa ello es. No te irrites así,
que Zeus te vengará. No te consumas
en demasía por tu marido.
MEDEA
[Desde el interior.]
¡Artemis santa, gran Temis? ¿No veis
cómo mi esposo se porta después
de que un gran juramento a los dos nos ligó?
¡Ojalá que a su novia con él pueda ver
destrozada, y lo mismo el palacio también
por la ofensa que juntos me hicieron los dos!
¡Padre mío, ciudad de que en tiempos partí
cuando en forma afrentosa a mi hermano maté!
NODRIZA
¿Escucháis cómo a Temis invoca y a Zeus
venerados los dos cual guardianes de aquel
juramento en que el hombre da fe?
No está cerca el momento en que vaya a amainar
mi dueña en su enorme furor.
CORO
¿Cómo podría acudir hasta aquí
y dejar que la veamos y acaso escuchar
cuanto osemos decir
por si así conseguirnos calmar
de su mente el porfiado rencor?
Que al menos mi buena intención
no falte al amigo.
Anda, pues, y
prueba a hacerla de casa salir.
Di que están los que la aman aquí.
Corre antes de que dañe a los de dentro,
pues grandes vuelos su aflicción cobra.
NODRIZA
Voy a hacerlo; aunque temo que no pueda yo
su razón convencer,
por servirte el trabajo me habré de tomar.
Pues parece leona parida al mirar
a sus siervas con torvo ademán cada vez
que alguna se acerca con ganas de hablar.
Razón tiene quien diga que bien torpe fue
e ignorante la prístina raza mortal,
que encontró para cada festivo avatar,
regocijo o convite, la alegre canción
que la vida supiera endulzar con su son
y, en cambio, el remedio no pudo inventar,
las liras, los himnos, la voz musical,
del humano infortunio, que muertes causar
suele y trances que son destrucción del hogar.
Eso sí que con cantos debiera sanar
el hombre; en el pingüe, gozoso festín
¿qué falta hace que se alce la voz del cantor?
Aporta el deleite la propia ocasión
que al banquete le da plenitud.
CORO
Escucho
sus gemidos y lamentos,
sus agudos clamores lastimeros,
contra el esposo que su lecho infama;
invoca, sintiéndose ofendida,
a Temis guardiana de los votos que la hizo,
hasta la Hélade opuesta,
surcar de noche la onda salada,
la llave del gran mar.
[Medea sale a escena y se dirige al coro.]
MEDEA
¡Oh, mujeres corintias! Salgo de casa por que
reproches no me hagáis; pues, mientras sé que muchos
hombres, tanto en privado como en el trato externo,
orgullosos realmente se vuelven, a otros hace
pasar por indolentes su tranquilo vivir.
Que no son siempre justos los ojos de la gente
y hay quien, no conociendo bien la entraña del prójimo,
le contempla con odio sin que haya habido ofensa.
Y, si debe el de fuera cumplir con la ciudad,
no alabo al ciudadano que amargo y altanero
con los demás se muestra por su falla de tacto.
Pero a mí este suceso que inesperado vino
me ha destrozado el ánimo; perdida estoy, no tengo
ya a la vida afición; quiero morir, amigas.
Porque mi esposo, el que era todo para mí, como
sabe él muy bien, resulta ser el peor de los hombres.
De todas las criaturas que tienen mente y alma
no hay especie más mísera que la de las mujeres.
Primero han de acopiar dinero con que compren
un marido que en amo se torne de sus cuerpos,
lo cual es ya la cosa más dolorosa que hay.
Y en ello es capital el hecho de que sea
buena o mala la compra, porque honroso el divorcio
no es para las mujeres ni el rehuir al cónyuge.
Llega una, pues, a nuevas leyes y usos y debe
trocarse en adivina, pues nada de soltera
aprendió sobre cómo con su esposo portarse.
Si, tras tantos esfuerzos, se aviene el hombre y no
protesta contra el yugo, vida envidiable es ésta;
pero, si tal no ocurre, morirse vale más.
El varón, si se aburre de estar con la familia,
en la calle al hastío de su humor pone fin;
nosotras nadie más a quien mirar tenemos.
Y dicen que vivimos en casa una existencia
segura mientras ellos con la lanza combaten,
mas sin razón: tres veces formar con el escudo
preferiría yo antes que parir una sola.
Pero el mismo lenguaje no me cuadra que a ti:
tienes esta ciudad, la casa de tus padres,
los goces de la vida, trato con los amigos,
y en cambio yo el ultraje padezco de mi esposo,
que de mi tierra bárbara me raptó, abandonada,
sin patria, madre, hermanos, parientes en los cuales
pudiera echar el ancla frente a tal infortunio.
Mas, en fin, yo quisiera de ti obtener sólo esto,
que, si un medio o manera yo encuentro de vengar
el mal que mi marido me ha hecho, callada sepas
estar. Pues la mujer es medrosa y no puede
aprestarse a la lucha ni contemplar las armas,
pero, cuando la ofenden en lo que toca al lecho,
nada hay en todo el mundo más sanguinario que ella.
CORIFEO
Así lo haré, que tienes razón para vengarte,
Medea. No me extraña que tu caso deplores.
[Viendo llegar a Creonte acompañado por unos guardias.]
Pero veo a Creonte, rey del país, que viene
como nuncio sin duda de decisiones nuevas.
Medea / Pier Paolo Pasolini
Año: 1969
Duración: 110 min.
País: Francia / Italia / Alemania
Director: Pier Paolo Pasolini
Guión: Pier Paolo Pasolini
Fotografía: Ennio Guarnieri
Reparto: Maria Callas, Giuseppe Gentile, Massimo Girotti, Laurent Terzieff, Margaret Clementi ,Annamaria Chio, Paul Jabara, Gerard Weiss, Sergio Tramonti
Productor: Marina Cicogna, Franco Rossellini
Sinopsis: Adaptación de la tragedia griega de Eurípides en la que Pasolini muestra la trágica confrontación entre dos culturas incompatibles: el mundo mágico e irracional de Medea y el mundo racional de Jasón. Supuso la única incursión en el cine de la gran diva de la ópera Maria Callas. Filmaffinity
La Medea de Pasolini rehúye la tragedia como camino narrativo y en cambio utiliza los sueños como elemento esencial para lograr entender la complicada y atormentada psicología de esta figura mitológica clásica. El cineasta opone dos mundos: la armonía clásica de Occidente (representada por Jasón) y la fuerza del instinto y los sentimientos orientales (representada por Medea).El propósito de Pasolini no consiste en narrar la historia de Medea a través de los sucesos de la tragedia sino el de traducir en imágenes las "visiones" de Medea, atormentada frente a la relación irresuelta entre pasado y presente: pasado y presente que coinciden con dos épocas distintas, con dos diferentes fases de la misma civilización.
"En Medea he reproducido todos los temas de las películas anteriores. Esta obra se apoya en una base teórica de la historia de las religiones, piezas de etnología y de antropología moderna, y no me refiero en absoluto a la obra musical de Cherubini. Medea es la oposición del universo arcaico, hierático, clerical, al mundo de Jasón, un mundo racional y pragmático. En ese sentido, Jasón es el héroe actual, que no sólo ha perdido el sentido metafísico, sino que además no se plantea cuestiones de este tipo. Es el técnico abúlico, cuya búsqueda va dirigida exclusivamente al éxito" (Pier Paolo Pasolini).
Crítica: Filmaffinity
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