Bajo el volcán (1984)





Bajo el volcán 
Film John Huston
Novela  Malcolm Lowry


Bajo el volcán: Lowry, Huston, México.
Cuernavaca es una provincia cotidiana para el paseante de la Ciudad de México, pero aparece para el espectador extranjero, en particular para la cinematografía de Estados Unidos, como un entorno de aventura. El 1 de noviembre de 1984, las calles de esa localidad, población situada no demasiado lejos del volcán Popocatépetl, se encuentran llenas de vida y color. Pero el espacio en el que reina mayor vitalidad son los panteones, pues al día siguiente se celebra el Día de Muertos, uno de las festejos más sentidos por los habitantes de todo el país. La película Bajo el volcán del director John Huston, montó sus escenarios allí. La cámara sigue a un hombre de mediana edad que contrasta con la multitud de mexicanos que festejan “Todos santos”. Lleva un traje negro formal, y sus ojos se ocultan tras unas gafas oscuras. Es un caballero respetable, pero su postura recta y erguida no basta para ocultar un paso levemente tambaleante. Estos gestos, simples pero extraños, sólo pueden significar lo siguiente: el ex cónsul británico Geoffrey Firmin (Albert Finney) es alcohólico. Durante las 24 horas siguientes se emborrachará sin parar, de hecho, beberá hasta su muerte.
Gabriel Figueroa había fotografiado para John Huston La noche de la iguana, adaptación de Tennessee Williams también rodada en México, y volvió a trabajar con el realizador en esta traslación de la (se decía) infilmable novela de Lowry. La crisis existencial de un diplomático británico en México, que deriva en el alcoholismo y la búsqueda de la muerte, interpretado con talento por Albert Finney. Pero es precisamente Figueroa quien ayuda a la creación de una atmósfera; construyendo un tono, que en cine es tarea difícil de lograr.
Huston decidió trasladarse a México (país que apreciaba desde hace muchos años). Aquí había descubierto o reafirmado muchas cosas que le fascinaban y marcaron para parte de su obra; ciertas formas del folklore nacional: las peleas de gallos, el mezcal, el tequila (14). Huston nuevamente instalaba sus sets en México para rodar una cinta donde el atormentado personaje principal buscaba la redención y la esperanza de su propio ser, al encontrarse con su ex esposa (a quien había dejado desde hace un año) después de que ésta había tenido una aventura con su hermanastro Hugh. En el transcurso de los desesperados excesos de la noche, Geoffrey visita un altar de la Virgen María. Yvonne, su mujer está dispuesta a darle otra oportunidad. Aunque su ebriedad y sus celos le han resultado insoportables, ama a Geoffrey, todavía, y no a Hugh. La pareja reconciliada acaba en la cama; pero Geoffrey se muestra impotente, incapaz de perdonarle a ella su infidelidad. Ansiaba el regreso de su mujer pero ahora no puede tolerar su presencia.
Hugh que luchó en la Guerra Civil Española en el bando republicano (el perdedor), ha estado buscando a Geoffrey desde la marcha de Yvonne. Los tres juntos toman el autobús a Tomalin para asistir a la festividad mexicana. Por el camino, se encuentran con un indígena moribundo a orillas de la carretera. Sin previo aviso, un grupo uniformado los obliga a volver a subir al camión; son miembros del ejército. Los tres observan indignados cómo uno de los pasajeros limpia con un pañuelo la sangre de las monedas que le ha robado al moribundo.
Más tarde, asisten a una corrida de toros. En la plaza reina un ambiente alegre y bullicioso, y Geoffrey e Yvonne se acercan mutuamente de nuevo. Parece que aún les queda un futuro por delante como pareja, y Geoffrey empieza a hacer planes: una casita en el mar, en algún lugar de Canadá, aunque Geoffrey sabe de antemano que son esperanzas vanas. En una violenta discusión impregnada de odio, abre el corazón a su verdad. Con las palabras “he escogido el infierno, el infierno es mi hábitat natural”, vuelve a huir de Yvonne y acaba en el peor antro del lugar, una taberna llamada “El farolito”.
Cuando Yvonne y Hugh lo alcanzan, lo encuentran in fraganti con una prostituta. Poco después un grupo de hombres empieza a hacerle preguntas en la cantina. Afuera, Geoffrey ve un caballo; recuerda que pertenecía al indígena muerto y comprende que los hombres que lo interrogan agresivamente son sus asesinos. Cuando los increpa a gritos y en la cara, firma su sentencia de muerte. Lo asesinan. Espantado por los disparos, el caballo se desata, arrolla a Yvonne y la mata. En los últimos fotogramas de la película vemos el majestuoso volcán cubierto de nubes, antes de que la cámara descienda y recorra la barranca, una de las grietas profundas que plagan las llanuras de los cercanías del Popocatépetl; allí yace el cadáver de Geoffrey, como si hubiera quedado atrapado en las entrañas del infierno.
La novela de Malcolm Lowry, publicada en 1947 (6), despliega una compleja red de alusiones simbólicas (la barranca, el volcán, el Farolito, el caballo, Día de Muertos, la imposibilidad de la salvación espiritual). La adaptación de John Huston logra extraer los elementos narrativos esenciales del libro y expresarlos con un lenguaje audio-visual intenso y sensitivo. La cámara subjetiva de Gabriel Figueroa le ofrece al espectador primeros planos que construyen la experiencia del protagonista, el tono logrado por la fotografía es la de una juerga y una cruda moral a la vez, si esto es posible. Y la lograda interpretación de Albert Finney dota a la película de una tensión dinámica que va mucho más allá del simple interés argumental. Es sobre todo gracias a su presencia física, vocal y gesticular que la película combina de forma tan convincente en la figura del bebedor solitario, su catástrofe política y su tragedia personal. Aquí, el cine narrativo y puro de John Huston ofrece mucho más que un examen conmovedor de la vida de un alcohólico. La fuerza expresiva de la película le revela al público un mundo en que la locura aparente es un vehículo para el credo de un gran moralista y escéptico, como lo fue Lowry.
Leyendo la imagen, la fotografía de Gabriel Figueroa (en este su último trabajo) (23) llega hasta el fondo del espíritu corroído de un borracho y arroja luz sobre el devenir de un alma en pena (el propio Lowry) y los empeños de su personaje en la tumultuosa situación social de México y el mundo en 1938 (6). En Bajo el volcán, Figueroa demostrará que también era virtuoso en el uso del color, su estrategia cromática hará sentir que la luz y el color que son vida, a veces también hieren.
Huston en Cuernavaca ocupó la misma casa en que el escritor Malcolm Lowry vivió. Allí, el director de cine tuvo una de las locaciones de Bajo el volcán. En un camino aledaño, franqueado por una barranca verde, Albert Finney iba y venía memorizando sus parlamentos; en otro lugar de la estancia, al aire libre por el calor sofocante, protegida por una sombrilla y vestida informalmente, estaba Jacqueline Bisset conversando con Emilio Fernández.
Emilio "el Indio" Fernández es punto y aparte para dar luz de la presencia de John Huston en México (9). Ellos se conocieron en 1925, cuando Huston visitó México por primera vez, y a donde acabó volviendo siempre. Incluso se decía, sin prueba alguna, que Huston había pertenecido por un tiempo a las tropas revolucionarias de Pancho Villa; o que con “el Indio” se había alistado, sin ninguna veracidad, en el cuerpo de la caballería mexicana, y que fueron desmovilizados en 1927. Así, “el Indio” lo introdujo en las corridas de toros, el arte precolombino, las apuestas más descabelladas, la atracción por practicar una variante local del juego de la "ruleta rusa" (arrojar una pistola cargada al aire); además de compartir el gusto mutuo por los caballos, las mujeres, y la cultura mexicana. Lo que sí es cierto es que estos dos realizadores-actores mantuvieron una larga amistad. (14)
La periodista Lillian Ross, redactora del New Yorker, menciona en su libro “Rodando con Huston”, lo siguiente: “se puede apreciar que John Huston cuidó todos los detalles, en especial la ambientación y la dirección escénica, la composición visual, para sumergir de cierta manera al espectador en una gran intimidad que más que de conductas es de sentimientos. A pesar de su delicadeza, la obra no se aleja en lo más mínimo del historial de Huston, un director siempre obsesionado por lo que son los humanos en lo más profundo de su ser, de su esencia misma”. (24).
Huston conoció a Lowry en Cuernavaca antes que terminara la novela que reescribió varias veces. Lowry demoró más de diez años en terminarla, e hizo unas tres o cuatro versiones, hasta llegar a la definitiva (6). Lograr un guión de esta obra no era fácil, y se habían hecho otros intentos reconociendo la fuerza narrativa del libro; de hecho, Huston recibió cerca de cincuenta guiones antes de aceptar el de Guy Gallo. Huston y Gallo lo trabajaron juntos, durante meses, en Las Caletas, Puerto Vallarta, donde estableció su tercera y última residencia. Para Huston realizar este filme significaba concretar una antigua intención desde que leyó la novela.
Su película número 35 no era de alto presupuesto. Huston decía que la hizo rodeado de amigos. El productor, Michael Fitzgerald, le resaltó a Huston el guión de Guy Gallo. A la viuda de Lowry, Margarie Bonner, le pagaron 350 mil dólares, el gobierno de México, por medio de CONACINE, aportó un millón y medio de dólares, y la Fox y la Universal completaron cuatro millones, que para Hollywood era una cifra modesta.
Fragmento de:  Raúl Miranda, El cine de John Huston descifra las claves del territorio mexicano.

Lowry, Malcolm. Bajo el volcán 


Under the Volcano / John Huston


Año: 1984 
Duración: 109 min. 
País: USA 
Director: John Huston 
Guión: Guy Gallo (Novela: Malcolm Lowry) 
Música: Alex North 
Fotografía: Gabriel Figueroa 
Reparto: Albert Finney, Jacqueline Bisset, Anthony Andrews, Ignacio López Tarso, Katy Jurado, James Villiers 
Productora: Universal Pictures 
Premios 1984: 2 nominaciones al Oscar: Mejor actor (Albert Finney), banda sonora original
Género: Drama | Alcoholismo. Años 30 
Sinopsis: México, 1938. Celebración del día de los muertos. Con su país al borde de la guerra en Europa, el cónsul británico en México, Geoffrey Firmin (Albert Finney), corta todo contacto con sus familiares y se sumerge en un proceso de autodestrucción a través del alcohol y marcado por los recuerdos. Filmaffinity
Crítica: Filmaffinity

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